jueves, 18 de agosto de 2016

Los inventos de Sessera

Nuestro gran inventor de la actualidad ha sido autor de innumerables creaciones tecnológicas, que dentro de las áreas científicas han colaborado al estudio profundo y preciso de los fenómenos del mundo natural; en tanto que, dentro de las áreas sociales, han satisfecho los más amplios deseos de la población con artículos para el hogar que facilitan la vida de los más. Como ya algunos de nosotros estamos enterados, se sospecha de él como el más grande promotor de la piratería en los últimos años gracias a algunos programas computacionales adjudicados a él, también sabemos que sí es el creador de un programa capaz de convertir a la música en droga que, sin embargo, no es dañina para el cerebro y por el contrario a todas, nadie necesita pagar cuantiosas sumas de dinero para conseguirla, puesto que dicho programa está a la venta en muchos tianguis de la ciudad de Puebla a muy bajo costo.
            Alessandro, además de ser buscado por muchos países, también se encuentra desarrollando tecnologías para otros más, como el reactor nuclear secreto de los Birmanios; el megatelescopio para estudios y búsqueda de vida en otros planetas de la República Independiente de Bantú; el sistema de desarrollo de programas computacionales bioelectrónicos para la creación de vida artificial; el descompresor de luz que permite obtener un máximo de quants de partículas mínimas reconocibles como luz, entre otros tantos.
            También es sabido que no todos sus inventos han tenido una vida funcional al cien por ciento, ni han sido totalmente prácticos para las necesidades que fueron creados. Sabemos que inventó una impresora lasser que tenía integrada una tarjeta I.A. y que, en teoría, ayudaría a mejorar tanto a las impresiones como al contenido inteligible de los documentos. Así, cuando uno imprimía cualquier trabajo escolar, la máquina era capaz de reconocer si había fallas de redacción, coherencia, ortografía e incluso modificaba el tipo de formato que ocupaba la persona, priorizando sobre los modelos más aceptados y utilizados por las universidades: APA, MLA, HARVARD o CHICAGO; además utilizaba tipografía de acuerdo con el tema, era capaz de reconocer si el trabajo era escolar o si era una carta de amor, y seleccionaba automáticamente el mejor tipo de letra para cada uno de ellos. De igual modo, cuando se trataba de copiar algún texto de imagen, como una pintura o alguna fotografía, seleccionaba el tipo de papel según el número de pixeles para el tipo de impresión que haría, todo con la finalidad de obtener en la superficie plana de la hoja la mejor nitidez de la imagen.
            Esté invento duró funcionando aceptablemente por unos dos meses hasta la llegada de un aditamento (también hecho por Sessera), el cual le permitía revisar los documentos a través de una base de datos actualizable cada 22 horas vía red. Sin embargo, algunas previsiones elementales pasadas por alto, hicieron de la máquina la primera en ser autónoma e independiente; con tal que era capaz de discernir entre lo que estaba correcto en un escrito, hasta sugerir nuevas ideas en el mismo. El problema fue de dos tipos, uno de orden práctico y otro de orden teórico. El primer error estuvo en que la máquina, al ser capaz de sugerir algo en un texto, adjuntaba cuartillas y cuartillas hasta la bastedad sobre los posibles puntos y rumbos que tomaban los estudios de cualquier área, creando así tomos para un trabajo de cinco cuartillas y que, obviamente, los usuarios de las impresiones no necesitaban en ese instante, ellos sólo querían sus cinco cuartillas a pesar de que ya se hubiesen impreso las más de quinientas de sugerencias. El segundo error estuvo en que, si bien la máquina había adquirido cierta inteligencia artificial por el nuevo aditamento, también había adquirido ciertas tendencias humanas al perfeccionismo vano y sin sentido. Era recurrente en los trabajos sobre humanidades que la máquina hiciera un análisis primero de la definición de los conceptos, luego de los mismos conceptos y finalmente de cómo están utilizándose.
            Existe la anécdota de un trabajo sobre literatura que llevó más de dos años en imprimirse gracias a la disputa intelectual que la impresora tuvo con el texto mismo, al que procuraba comprender, sugerir y no invalidar. Así la impresora, cada vez que intentaba imprimir, tardaba, en los casos más simples, cerca de una semana o dos, siendo el de mayor tiempo aquel que referimos hace un momento.
            Alessandro previó que la maquina estaba en el punto de ser en sí misma un peligro para el intelecto humano, es decir, dentro de poco la impresora asumiría que nadie tendría la razón y que por tanto ella debería reeducar a la raza humana en los millones de conceptos errados que conservaba hasta la actualidad. Entonces realizó otro chip lleno de preguntas ancestrales y sin repuesta humana, con la finalidad de calentar la tarjeta I.A. de la impresora, no obstante, respondió las millones de cuestiones que tenía el chip sin ninguna dificultad, y a muchos de los que conocimos las respuestas nos sorprendió la indiferencia con que muchas de ellas se presentaban. Recuerdo su respuesta a ¿cuál es el sentido de la vida? Ninguno (responde la máquina), es una estupidez propia del ser humano creer que todo tiene sentido y creer que existe algo por hacer en la vida que satisfaga nuestra incompetencia para morir. O ¿quién es Dios? Dios es una creencia humana, simple, absurda y sin sentido, no presenta más complejidad que el mismo estado de acomplejamiento en que vive el hombre y, a pesar de que existe gracias a la misma creencia, no está interesado en los problemas que aquejan a la humanidad, simplemente tiene mejores cosas que hacer que estar perdiendo el tiempo con seres efímeros que no le producen ningún beneficio. O ¿cuál es la verdadera religión? Ninguna y todas a la vez, ninguna porque hasta la fecha no existe una forma de relacionarse con Dios, y todas porque sin importar cuál de ellas se escoja, todas son una pérdida de tiempo para el hombre. Muchas otras respuestas dio y muchas otras prefirió omitirlas dando un mensaje de: el hombre no está preparado para la respuesta.
            Quizás algunos piensen que lo más fácil hubiera sido desconectarla, pero, como hemos dicho, Alessandro Sessera era una persona responsabilísima y no podía permitirse la destrucción de algo muy suyo como este invento: tenía el complejo de Frankenstein. La impresora simplemente fue desconfigurada en un proceso que duró más de tres años, porque, primero había que convencerla de que también era propensa a enfermedades virales y que, por tanto, había que vacunarla (sabemos para qué era la vacuna). Segundo, porque había adquirido cierta configuración humana que nos impedía pensar fríamente (simulaba dolor). Tercero, era la mejor máquina jamás antes inventada en todo el mundo.

Aguilar Sánchez, Paul (Pool DunkelBlau), Mutantografías: Los inventos de Sessera (inpedito).