martes, 19 de julio de 2016

Defensa de un pensamiento trastornado

Un niño feo en la calle grita !extra, extra, persona demente vaga por las calles de la ciudad asustando a medio mundo, extra, extra! ¡los testigos afirman que es un ser mitad hombre mitad bestia!
            En realidad el periódico no dice eso, se trata de un pobre sujeto que supuestamente está loco y grita desesperadamente sin que alguien pueda comprender lo que dice ¡pobre loquito! Ayer fue visto en la iglesia de Santo Domingo, ahí donde fue mi boda con el profesor (¿se acuerdan de mi vestido verde?). Dicen que hasta tuvo que llegar la fuerza pública para evitar que lastimara a alguien con sus movimientos tan poco controlados ¡qué loco, no!
            ¡Huele a perro muerto! Opina una señora que estuvo a punto de ser herida. Algunos dicen que en sus ojos se puede ver un sufrimiento que quema como si fuera un odio inmenso; lo comprendo porque he sentido eso a veces. Otros creen que es víctima de un experimento científico y escapó en busca de lo silvestre, y no pudiendo más tomo a la ciudad como su hábitat de residencia ¡qué lindo animalito, no!
            En otros periódicos se sugiere la idea de que este hombre es un chacal, una quimera o un paquidermo onírico. Supongo que esto lo han inventado esos despreciables periódicos, y las revistas tontas de literatura, que ficcionalizan todo sin el más mínimo respeto a lo que es la realidad; aunque, los gritos del loco sí son semejantes a los aullidos de ese animal, si no es que los aullidos del animal se parecen a los gritos de este loco ¡qué lindo animalito, verdad!
            Ojalá algún día se muera porque (quiero comprarme uno) el sufrimiento no es útil, además, a quién demonios va a interesarle la vida de un demente, no, no, no. Deberíamos exhortar a la ciudad a cosificarlo. No vale la pena andar haciendo propaganda a personas como él ¡despreciable bestia de hoy! Mejor promuevan mis estudios, esos si valen y son de sumo interés.
            Ahora que llegue a mi escuela les diré a mis alumnos que el concurso de novela está cerca y que hay que apurarnos para no quedarnos fuera. Me daré un retoque sobre las cejas con mi sombra violeta y untaré mis labios de color azul como las nuevas tendencias de la moda lo marcan. Avisaré a los de seguridad por si el chacal quiere entrar y robarme la rectoría de la universidad. Ahora que es tan famoso puede llegar a ser hasta presidente de la república; ¡que lo pisoteen como el vil animal que es (por qué me dejaste, tonto)!
            Si acaso lo veo mañana que pase por mis recuerdos, le voy a escupir la cara para que aprenda a respetar a las autoridades de la ciudad. Si no lo veo, lo buscaré hasta que reconozca que me ha herido y le cobre una cuantiosa suma de dinero por estropear la vida de una persona tan fina como yo. Quién se ha creído ese animal, acaso cree que su voz me tiembla la memoria; no, yo sé olvidar a los malolientes porque soy persona digna de mi clase. ¡Ay, no, mi pobre animalito! Mejor le digo que sí lo quiero. Te extraño, chacalito, vibrando este corazón que me vive en las noches del cíclope. Ven a mí animal inmundo.
            ¡Silencio todos!
La niña está dormida. Ave maría purísima, sin pecado concebido… ¡ay, Dios, necesito tu ayuda! A ti no puedo engañarte, sabes que no he sido la mejor, que he pecado de corazón, palabra y pensamiento. Sabes que te he ofendido pero también sabes que me lo has permitido ¡ay, Dios! Tengo el más cruel de los miedos alojado en mi cabeza y no puedo sacarlo por más que intente. He querido remediar mis errores pero así como me tienes no se puede; me tienes loca, sin cordura; perdón que te señale pero bien sabes que es culpa tuya. Así, perdiendo lentamente la lucidez no puedo amar como hube amado ¿Por qué, Dios? ¡Explícame! Porque personas tan complicadas como él; a dónde se ha ido la gente normal que ve la infidelidad como algo que pasa y se remedia; a dónde la gente normal que cree en el amor eterno, en el que se declara para siempre; por qué tiene que creer en la eternidad pero no en la constancia de ese sentimiento; por qué hace tales diferencias entre la belleza, el gusto, el querer y el amor ¿Por qué, Dios?
            ¡Ay, este dolor! No me duele tanto el físico aunque es igual de insoportable ¡Haz que crea en mí! En la hija que crece imaginariamente en mí. Tú lo sabes, con nadie más, sólo ha sido él; el otro sólo fue un beso. Sí, lo acepto, en mi mente jamás apareció Cabanhas cuando lo besé ¿Qué hago, Dios mío? Es la muerte. Lo sé, ya de antes podía vislumbrarlo pero qué quieres, así es la vida que me has inventado; porque me hiciste mentirosa y no defensora de la verdad; porque me hiciste liviana y con mucho amor, tú tienes la culpa ¡ay perdón diosito! No quería decirlo.
            Ojalá no pase nada. Qué vana petición porque ya sé que todo empeorará. Ayer vino a verme y se quedó sentado sobre la cama mirándome con nostalgia, me acicaló un poco el miedo y luego se fue. No dijo nada, simplemente me vio como quien se despide muy pese al dolor que por dentro le hiere el alma. Quizás ya no vuelva, Dios mío, y yo tan mal, tan poco a poco loca. Es éste tu castigo, dime, necesito saber. Qué tan grande es mi mal que con la pérdida de la lucidez te voy pagando. Yo que soñaba casarme con mi vestido verde en la iglesia de Santo Domingo, ser una novia normal con una vida normal, una familia normal y todo normal; ahora mira, cada día más demente pensando en él, en Emilho.
            Ya no viene, te lo dije; que por no recuperarme se va para siempre. A qué la vida, Dios, si no se tiene con quién sufrirla o disfrutarla. Tú porque siempre has estado solo, pero yo no, yo necesito de mi otredad ¡Ya cállate! Tu risa me revuelve el pensamiento. No me dejas oír esa canción que me endulzaba el oído. Cómo iba, decía algo así como: cántame / con el corazón / cántame / hazme una canción; sí, así decía con su voz desafinada: cántame / anda que me voy / del otro lado no existe tu voz / y tus caricias / ya la arena borrará / ya no amanece en mis ojos / la noche de tus estrellas… ¿qué más decía? Ves, Dios, te dije que me dejaras escuchar el recuerdo de su voz ¡Cállate! ¡Cállate que me vuelves loca!
            ¿Y nuestra hija, la has matado para alejarlo de mí? Espera. Creo que está durmiendo: a la rorro niña, a la rorro ro, duérmete mi niña que te arrullo yo. No seas malo con ella, si ni te ha hecho nada. ¡Eso! así, cárgala como si fuera tuya, así, bonito ¡No! ¡A tus hijos los podrás crucificar si quieres pero a mi niña no! ¡dámela, no ves que llora! ¡dámela, por favor! ¡dámela que lloro al desear tenerla entre mis brazos! ¡dámela!

            Tocan la puerta, ha de ser él. No cómo crees, si ya nos estamos reconciliando, me invitó al cine, a dar la vuelta como antes; no, ya no, ya no pienso en eso, ahora sólo existe Emilho ¡Pero ábrele!  no vaya a ser como la otra vez que se fue. Pues claro, pensabas que ésta era la primera vez que nos veíamos desde aquella ocasión ¡ay Dios, a veces me sorprende tu credulidad! Pero ya abre. Ves, te lo dije, se fue y esta vez no puedes negar que fue tu culpa. Mejor vete, sí, vete que me tengo que apurar. Apaga la luz que la niña duerme y no hagas ruido al salir porque se espanta, quizás piense que eres un monstruo. Yo qué, así son los pensamientos de los niños. Oye, si lo ves allá afuera dile que entre, que en mi cama hay un espacio y en mi corazón la voluntad de amarlo otra vez.


Aguilar Sánche, Paul (Pool DunkelBlau), Mutantografías: Defensa de un pensamiento trastornado (inédito).

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