Un niño feo en la calle grita
!extra, extra, persona demente vaga por las calles de la ciudad asustando a
medio mundo, extra, extra! ¡los testigos afirman que es un ser mitad hombre
mitad bestia!
En
realidad el periódico no dice eso, se trata de un pobre sujeto que
supuestamente está loco y grita desesperadamente sin que alguien pueda
comprender lo que dice ¡pobre loquito! Ayer fue visto en la iglesia de Santo
Domingo, ahí donde fue mi boda con el profesor (¿se acuerdan de mi vestido
verde?). Dicen que hasta tuvo que llegar la fuerza pública para evitar que
lastimara a alguien con sus movimientos tan poco controlados ¡qué loco, no!
¡Huele
a perro muerto! Opina una señora que estuvo a punto de ser herida. Algunos
dicen que en sus ojos se puede ver un sufrimiento que quema como si fuera un
odio inmenso; lo comprendo porque he sentido eso a veces. Otros creen que es víctima
de un experimento científico y escapó en busca de lo silvestre, y no pudiendo
más tomo a la ciudad como su hábitat de residencia ¡qué lindo animalito, no!
En
otros periódicos se sugiere la idea de que este hombre es un chacal, una
quimera o un paquidermo onírico. Supongo que esto lo han inventado esos
despreciables periódicos, y las revistas tontas de literatura, que
ficcionalizan todo sin el más mínimo respeto a lo que es la realidad; aunque,
los gritos del loco sí son semejantes a los aullidos de ese animal, si no es
que los aullidos del animal se parecen a los gritos de este loco ¡qué lindo
animalito, verdad!
Ojalá
algún día se muera porque (quiero comprarme uno) el sufrimiento no es útil,
además, a quién demonios va a interesarle la vida de un demente, no, no, no.
Deberíamos exhortar a la ciudad a cosificarlo. No vale la pena andar haciendo
propaganda a personas como él ¡despreciable bestia de hoy! Mejor promuevan mis
estudios, esos si valen y son de sumo interés.
Ahora
que llegue a mi escuela les diré a mis alumnos que el concurso de novela está
cerca y que hay que apurarnos para no quedarnos fuera. Me daré un retoque sobre
las cejas con mi sombra violeta y untaré mis labios de color azul como las
nuevas tendencias de la moda lo marcan. Avisaré a los de seguridad por si el
chacal quiere entrar y robarme la rectoría de la universidad. Ahora que es tan
famoso puede llegar a ser hasta presidente de la república; ¡que lo pisoteen
como el vil animal que es (por qué me dejaste, tonto)!
Si
acaso lo veo mañana que pase por mis recuerdos, le voy a escupir la cara para
que aprenda a respetar a las autoridades de la ciudad. Si no lo veo, lo buscaré
hasta que reconozca que me ha herido y le cobre una cuantiosa suma de dinero
por estropear la vida de una persona tan fina como yo. Quién se ha creído ese
animal, acaso cree que su voz me tiembla la memoria; no, yo sé olvidar a los
malolientes porque soy persona digna de mi clase. ¡Ay, no, mi pobre animalito!
Mejor le digo que sí lo quiero. Te extraño, chacalito, vibrando este corazón
que me vive en las noches del cíclope. Ven a mí animal inmundo.
¡Silencio
todos!
La niña está
dormida. Ave maría purísima, sin pecado concebido… ¡ay, Dios, necesito tu
ayuda! A ti no puedo engañarte, sabes que no he sido la mejor, que he pecado de
corazón, palabra y pensamiento. Sabes que te he ofendido pero también sabes que
me lo has permitido ¡ay, Dios! Tengo el más cruel de los miedos alojado en mi
cabeza y no puedo sacarlo por más que intente. He querido remediar mis errores
pero así como me tienes no se puede; me tienes loca, sin cordura; perdón que te
señale pero bien sabes que es culpa tuya. Así, perdiendo lentamente la lucidez
no puedo amar como hube amado ¿Por qué, Dios? ¡Explícame! Porque personas tan
complicadas como él; a dónde se ha ido la gente normal que ve la infidelidad
como algo que pasa y se remedia; a dónde la gente normal que cree en el amor
eterno, en el que se declara para siempre; por qué tiene que creer en la
eternidad pero no en la constancia de ese sentimiento; por qué hace tales
diferencias entre la belleza, el gusto, el querer y el amor ¿Por qué, Dios?
¡Ay,
este dolor! No me duele tanto el físico aunque es igual de insoportable ¡Haz
que crea en mí! En la hija que crece imaginariamente en mí. Tú lo sabes, con
nadie más, sólo ha sido él; el otro sólo fue un beso. Sí, lo acepto, en mi
mente jamás apareció Cabanhas cuando lo besé ¿Qué hago, Dios mío? Es la muerte.
Lo sé, ya de antes podía vislumbrarlo pero qué quieres, así es la vida que me
has inventado; porque me hiciste mentirosa y no defensora de la verdad; porque
me hiciste liviana y con mucho amor, tú tienes la culpa ¡ay perdón diosito! No
quería decirlo.
Ojalá
no pase nada. Qué vana petición porque ya sé que todo empeorará. Ayer vino a
verme y se quedó sentado sobre la cama mirándome con nostalgia, me acicaló un
poco el miedo y luego se fue. No dijo nada, simplemente me vio como quien se
despide muy pese al dolor que por dentro le hiere el alma. Quizás ya no vuelva,
Dios mío, y yo tan mal, tan poco a poco loca. Es éste tu castigo, dime,
necesito saber. Qué tan grande es mi mal que con la pérdida de la lucidez te
voy pagando. Yo que soñaba casarme con mi vestido verde en la iglesia de Santo
Domingo, ser una novia normal con una vida normal, una familia normal y todo
normal; ahora mira, cada día más demente pensando en él, en Emilho.
Ya
no viene, te lo dije; que por no recuperarme se va para siempre. A qué la vida,
Dios, si no se tiene con quién sufrirla o disfrutarla. Tú porque siempre has
estado solo, pero yo no, yo necesito de mi otredad ¡Ya cállate! Tu risa me
revuelve el pensamiento. No me dejas oír esa canción que me endulzaba el oído.
Cómo iba, decía algo así como: cántame /
con el corazón / cántame / hazme una canción; sí, así decía con su voz
desafinada: cántame / anda que me voy /
del otro lado no existe tu voz / y tus caricias / ya la arena borrará / ya no
amanece en mis ojos / la noche de tus estrellas… ¿qué más decía? Ves, Dios,
te dije que me dejaras escuchar el recuerdo de su voz ¡Cállate! ¡Cállate que me
vuelves loca!
¿Y
nuestra hija, la has matado para alejarlo de mí? Espera. Creo que está
durmiendo: a la rorro niña, a la rorro ro,
duérmete mi niña que te arrullo yo. No seas malo con ella, si ni te ha
hecho nada. ¡Eso! así, cárgala como si fuera tuya, así, bonito ¡No! ¡A tus
hijos los podrás crucificar si quieres pero a mi niña no! ¡dámela, no ves que llora!
¡dámela, por favor! ¡dámela que lloro al desear tenerla entre mis brazos!
¡dámela!
Tocan
la puerta, ha de ser él. No cómo crees, si ya nos estamos reconciliando, me
invitó al cine, a dar la vuelta como antes; no, ya no, ya no pienso en eso,
ahora sólo existe Emilho ¡Pero ábrele! no vaya a ser como la otra vez que se fue.
Pues claro, pensabas que ésta era la primera vez que nos veíamos desde aquella
ocasión ¡ay Dios, a veces me sorprende tu credulidad! Pero ya abre. Ves, te lo
dije, se fue y esta vez no puedes negar que fue tu culpa. Mejor vete, sí, vete
que me tengo que apurar. Apaga la luz que la niña duerme y no hagas ruido al
salir porque se espanta, quizás piense que eres un monstruo. Yo qué, así son
los pensamientos de los niños. Oye, si lo ves allá afuera dile que entre, que
en mi cama hay un espacio y en mi corazón la voluntad de amarlo otra vez.
Aguilar Sánche, Paul (Pool DunkelBlau), Mutantografías: Defensa de un pensamiento trastornado (inédito).
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