* La semana pasada vi las noticias, un
hombre se mutiló varias partes de su cuerpo y lo reconocí como uno de mis
pacientes. Aunque últimamente los casos como el de él son más frecuentes, no
los de mutilación sino los psicológicos, en los años en que estuvo visitando mi
consultorio fue sorprendente encontrar un problema así. No creo sea importante
decir de dónde era puesto que en sus palabras es posible notar su origen,
tampoco supongo de interés para el conocimiento saber sobre su vida en el país
ni lo que hiciese o dejara de hacer. Lo verdaderamente interesante es su
problema.
** Cuando
venía, por ahí del noventa y nueve, parecía ser un hombre trastornado. Tenía
más de 50 años aunque realmente no sé su edad exacta puesto que nunca me la
dijo. Siempre desarreglado, o por lo menos arreglado no según las convenciones
sociales; su cabeza no tenía siempre el mismo peinado, parecía ser que la forma
de amanecer en su cama (si es que la tenía) determinaba la dirección que
tomarían sus greñas, porque eso eran, greñas. Por su cara podría decir que
conocía el baño aunque en su más primitiva manifestación; tenía ojeras que lo
hacían parecer un mapache aunque las disimulaba con los anteojos de armazón
negro que se distinguían a varios metros de distancia. Las notas que presento abajo
son la explicación más cercana que puede haber a las últimas palabras
reconocibles como tales en las construcciones conversacionales que mantuve con
Cabanhas.
[1] Durante las sesiones
que tuvimos solía decir: “Tengo miedo de perder su nombre; de llegar a la
extremosa situación de olvidar todo aquello que me ha dicho y no poder siquiera
perder la conciencia de esto para hacerlo menos doloso…” ya para ese entonces él suponía una
anomalía en sí mismo. No puedo negar haber creído que se trataba de una amnesia
temporal, y sinceramente no sé qué me condujo a seguir consultándolo pero lo
hice. En cada sesión era evidente su temor a olvidar, pero no un olvido común,
sino uno que involucra perder más que la memoria, uno que representaba perder
el único vínculo de felicidad que podía atarlo a él mismo y a su mundo. Hablaba
de amar en demasía a una mujer, a veces decía su nombre y en otras ocasiones lo
olvidaba; hablaba de el amor de su vida
y de ser ella la única persona con la capacidad para rescatarlo de su locura, y
siempre que se refería a ella lo hacía como si estuviera presente ante él, de
hecho lo hacía como si nadie más existiera en ese momento, como si lo escuchara
y le decía: “Amo você em demasia...”.
Tiempo después fue común escuchar ese estribillo por cada intervención que
hacía. No se daba cuenta de las formas que utilizaba cada vez que tomaba la
palabra.
[2] Siempre que expresaba algo como: “fue
lunes o… domingo cuando comenzaron los síntomas. Recurrí a la memoria para
saber cuál era el nombre del ônibus que necesitaba tomar, loma… y algo, tampoco
lo recuerdo ahora…”
generalmente lo acompañaba de un talvez
seja certo. En una de las sesiones pudo notarse esto, el hecho de ser consciente
de estar perdiendo la memoria lo hacía dudar de la certeza de todo cuanto
decía, a la par podemos suponer que en su mente se construía un discurso que
distaba diametralmente de lo enunciado y mientras parte de su cerebro le hacía
creer que decía lo que quería, otra le hacía pensar que quizá lo dicho no tenía
nada que ver con aquello que en su mente se construía.
Para
aquel momento ya sabía que no era una amnesia temporal causada por su fatigosa
tarea de estudiar a Broca y Wernicke. Era una pérdida paulatina del sistema y
código de la lengua que a lo mucho le llevaría pocos años en convertirse en una
enfermedad sin reconocimiento por él mismo: era alexia con agrafia
anosognósica.
[3] Ciertamente era un
caso especial nunca antes visto. Como sabemos la afasia en el giro angular es
un cuadro relativamente frecuente que puede ser el residuo de una afasia severa
del tipo fluido (llamémosla verborrea), es decir, el contenido del discurso
parece vacío de significado. Sin embargo, ésta complicación del Maestro no
presentaba daño cerebral, ni siquiera era producto de algún ligero golpe; había
algo más metafísico que lo producía. Parecía ser el resultado de un evento
traumático de afectaciones psicológicas que, como en el caso de los niños que
dejan de hablar después de una impresión muy fuerte, a él le impedía empatar
las construcciones mentales con las producidas en su propio discurso. Lo
curioso está en que repetía siempre esta frase cuando (supongo) se sentía
atrapado por su propia incapacidad de comunicarse. Es una lástima que no sepa
hablar su lengua porque eso me daría una visión más amplia de lo que intentó
decir en las sesiones.
[4]
Apenas existe la posibilidad de que las palabras signifiquen lo que suponemos
significan; no sólo en nuestra lengua sino, también, cuando intentamos entender
otra que nos es ajena. Quizá esta expresión sea sólo una parte de lo que
realmente quiere significar, es decir, tal vez mi paciente no disminuía su conciencia
por el carácter patológico que padecía, al contrario, la conciencia que yo como
especialista le negaba (porque así la teoría o la incapacidad de dar respuesta
a algo lo marcaba), hacía que él produjera una forma para poder comunicar lo
más importante o lo que le parecía
prioritario en la conversación. Así “Amo
você em demasia” tal vez fuera lo primordial para él, no importaba qué
recuerdo se borrara de su mente, lo importante era no olvidar que existía
alguien a quien amaba. Seguido de “talvez
seja certo”, su constante duda y su constante preocupación de decir lo que
quiere. Luego “estou perto da loucura
labirinticamente ilógica” que supongo era la manera más directa para
decirme que ya su mente era consciente de que lo comunicado distaba mucho de
como él lo deseaba. Y finalmente “dentro
do meu peito mora” que sería el sentimiento de aflicción general provocado
por esta paulatina patología psicológica de la que nunca pudo decirme qué la
provocó. Aún hoy recuerdo las últimas palabras que dijera con supuesta lucidez:
“lo que más me duele es tener olvidado el
nombre más hermoso que jamás volveré escuchar…”
Aguilar Sánchez, Paul (Pool DunkelBlau), Mutantografías: Alexis (inédito)
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